Hola, holita, hola.
Un saludo a todos y todas como, por supuest@, dirían los políticos y políticas en plena campaña electoral.
¡Por fín!, que no es lo mismo que ya era hora pero se le parece un huevo -lo que a los efectos oportunos viene a ser igual-, he alcanzado este mundo de la realidad virtual, habitualmente inaccesible para el mass media de los rollos de papel higiénico.
Es importante que entiendan esta particularidad de mi existencia, dado que he tenido la inmensa e inusual suerte de no ser sacrificado, por mi concienciado amo y señor (ese que me compró por unos míseros céntimos de euro con la escatológica y nada confesable intención de obtener placer del suave contacto de mis hojas en sus posaderas), al reciclaje de celulosa .
El caso es que espero encontrar aquí, en la blogocosa esférica esa que dicen los entendidos, un espacio desde el que aplicar mi rollo; un rollo que, por ser higiénico, es el que cualquier realidad cotidiana, venida a menos, requiere para su correcto aseo.
Así pues, apréstense, estimados amigos, a disfrutar de mi buen e higiénico rollito.
Supongo que conocerán ustedes sobradamente esa tradicional postura de meditación genuflexa, que conlleva el portar los cinturones sueltos y los pantalones y calzoncillos por los tobillos. Ustedes no se preocupen de nada más que un servidor hará el resto.
Como podrán observar, hay papel y tubito para echar el resto.